Cuento III: Palabros y ladridos

Había una vez una colonia Ecoindustrial PostCapitalista llamada Calafou…. allí además de las pollas, pollos, Alexander Berckman, Mercedes Sosa, tambien vivían muchos perritos.

Casi todos los perros tenían gran consanguineidad, pues Muerte, se rejuntó con Cora, dándo diez hijos, de los cuales Hécate y Siouxsie Sioux también vivían en Calafou.

En verdad, las únicas cosas que nos unen a muchas de estas comunidades,

1.- es que no tenemos TV,

2.- la consanguineidad de los perritos, lo importante de todo realmente es saber quien fue Hermes, donde empezó todo, y quienes fueron Select y Guacho, y las dos perras gordas anteriores, pero eso es otro cuento, otro cuento que ya se que os gustaría saber ahora, pero ya os lo contaré más tarde.

Además de Muerte, Cora, Siouxsie Sioux, Hécate, de la generación de perritos Bórbones de Castellar, estaban también el Sr Rocco, la Ara, Barru, y Bob. Más muchos otros perritos que venían a visitar.

El Sr Rocco se andaba comiendo la comida de todos, y pedía más SOLIDARIDAD a sus compañeros porque no podía jugar con ellos, debido a su altura, y como siempre se quedaba detras, y no iba al rio a jugar, pues le entraba ansiedad, entonces por eso justificaba que comía lo de todos y todas.

El resto de sus compañeros tambíen pedían solidaridad, con Rocco pues les dejaba sin comida, y también pedían un poco más de EMPATIA, pues ellos venían del rio con hambre y se encontraban sin comida. Y Siouxsie Sioux pedia más FELICIDAD en el Trato y MODALES, y más VALENTIA, pues al final siempre era ella la primera que tenía que abrir camino en el bosque, aunque era la más miedosa, siempre era la más valiente entre tantos pichitas.

Y Ara pedia tambien más SOLIDARIDAD pues siempre llegaba tarde y no encontraba comida y a veces tenía que hacerse pasar por una gallina en el compost para poder comer alguna uva. Y el Miquel mientras compostaba y compostaba la pillaba.

Y Cora también pedía que le pasaran las piedras que tiraban los humanos de vez en cuando, y más EMPATIA porque ella no tenia lugares tan calentitos ni tan buen pienso. Y Muerte tambien pedía un pienso mejor y un lugar tan guay como tenía Hécate para dormir la siesta

Todos miraban al otro, y pedían solidaridad, empatia, amor, felicidad, conceptos intangibles que no se pueden medir en mucho ni en poco y que valoraban en función de lo que tenían los demas. Maula y Glicht las gatas, madre e hija les miraban asombrados, ellas no pedían nada, ellas tenían CONFIANZA, en los humanos que les rodeaban, en ellas y en el grupo.

 

REFLEXIÓN III:

Palabras que quieren decir mucho

y eso no importa

Si el lenguaje construye el pensamiento. Es totalmente erróneo medir cosas o conceptos intangibles , en proporciones o valores, ni solidaridad, ni empatia, ni felicidad, ni amor nada de eso es posible si no existe confianza. La confianza si se mide, existe o no existe.

Creo que lo primero que se puede pedir a una comunidad es generar lugares, espacios y herramientas que generen confianza. La confianza no la aporta solo la comunidad. Cada uno construye su confianza en los demás. Muchos seres viven en comunidad sin tener confianza en su comunidad.¿Para que?

¿que se puede construir si no hay confianza?

Tú comunidad es casa. Y casa tiene que ser un lugar seguro, relajado, del mundo exterior horrible.

La matriz del amor, amada Sara, amada mentalista, bestia terrenal, se que estas allí, pero el mundo que muere ahora en todas partes no va entender que todo es una matriz del amor, la verdad es que para mi nada no es importante saber que es, sinó como se llega ahí, en cada pequeño proceso, en cada minúsculo conocmiento, en cada reaccion química entre átomos y ordenación molecular física, eso es lo importante, no una palabra que nos defina algo que no entendemos, la vida es más importante vivirla que entenderla, pero solo puedo entendiendo toda su complejidad poder decir en una palabra que es la vida. 

2 pensamientos en “Cuento III: Palabros y ladridos

  1. […] Palabras y ladridos como diria elleflane. Con y sin chip. Vomitando bilis entre nuestros brazos. […]

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