Cansanpere, Crónica de un levantamiento popular

Texto pdf:  Cansanpere, Cronica_de_un_levantamiento_popular

CAPITULO I

El punto mágico del calor del caldo.

Como todas las cosas que marcan la historia y varían el curso de los acontecimientos predecibles, nuestra historia ocurrió como una vorágine, como un huracán que nos precipitó y revolvió a su paso.

Fue este motivo, la causa por la cual no nos dimos ni cuenta de cómo se encendía la mecha, y nos limitamos a disfrutar, a respirar y vibrar nuestra potencia dentro del fuego, descubriendo que la magia nos protegía y que cada paso que realizábamos colectivamente era una puerta que se abría con aplomo para asentar nuestra victoria.

El primer paso conjunto y colectivo estuvo lleno de temores y dudas, y sin duda fue el más difícil.

Premia de Mar es un pueblo cercano a Barcelona, altamente gentrificado, donde no existen equipamientos ni zonas verdes necesarias para una calidad de vida mínimamente óptima. Nuestro pueblo colinda con otras poblaciones y la superficie del municipio ha sufrido un proceso debastador de especulación urbanística, que se ha ido forjando lenta y clandestinamente por los órganos de poder, que han actuado con el suficiente temple y una perfecta ejecución de sus mecanismos en la cadencia adecuada, han sido capaces de cambiar todo nuestro entorno sin darnos cuenta, mientras pasaba por delante de nuestros ojos.

Toda la superficie municipal esta edificada, tenemos una playa mínima e impracticable, un puerto comercial innecesario que destroza profundamente el litoral mediterráneo, una carretera nacional que nos atraviesa llena de tráfico, además de cuatro maceteros vacíos que nos intentan hacer creer que es un “corredor biológico”.

Premia de Mar, es prácticamente un pueblo dormitorio, donde gran parte de sus habitantes trabajan y estudian en las ciudades vecinas. Y como buen pueblo dormitorio, su población está dormida y aletargada, y eso es algo que queramos o no, había que aceptar.

Una población heterogénea, con diferentes clases sociales y diferentes estratos desde los migrantes africanos, paquistanies, y árabes, las clases obreras y populares que vinieron en los años 60 del sur, algunas familias pijas catalanas y sobretodo un amplio sustrato de clase media que busca, no preocuparse y vivir acomodada.

Y nuestro alcalde, nuestro alcalde, su partido gobernaba en minoría y él aspiraba a mayores puestos políticos, y pobret, pobret, él no había sido, él no lo sabia, él no tenía nada que ver en todo este proceso especulativo, porque el Consistorio no podía haberlo evitado. Y fuera cierto o falso, eso nos decía o nos hacía creer, desde una imagen pública cercana, próxima, incluso campechana, y sin embargo poco a poco en algún lugar se seguían forjando las estrategias para que como un engranaje bien lubricado y enorme, el entorno cambiará sutilmente, poco a poco, despacito hasta transformarlo todo.

Y en verdad, para ser justas, coherentes y honestas con nosotras mismas, como Pueblo, no habíamos pedido lo nuestro, con la fuerza que se piden las cosas cuando se parte de una necesidad vital, nosotras no éramos un pueblo en lucha, una clase obrera, sino más bien una clase media con ganas de acomodarse.

Algunas luchas, haberlas haylas y algunas que se perdieron como la del puerto deportivo.

Luchaba la escuela pública Mar Nova, donde padres, madres, profesores, niños y niñas habían puesto todo su amor, creatividad y cariño en un proyecto educativo nuevo, distinto, amigable, que cuidaba los procesos y las personas y que había obtenido buenos resultados durante 8 años.

Luchaban para que tuviera continuidad, pero el Departamento de Enseñanza lo había ido cerrando y desplazando con distintas estrategias. Y aún así en aquellos días de invierno, en el cálido Maresme, todo el amor de esos padres, madres, profesoras, niños y niñas en lucha, que con sus patines rosas, patinetes y bicicletas, bambas con luces y puff estampados y coloridos para el cuello, seguían creciendo y formaban nuevas generaciones con principios y valores, niñas y niños seguros y tremendamente amados que aprendían a trabajar conjuntamente como un equipo y que un dia nos relevarían.

Premia del Mar, Premia pirata, y en medio de todo, en el centro urbano, entre lo viejo, y lo nuevo, entre las casas y los pisos, entre las clases sociales, 9000 metros cuadrados ocupados desde hacía tres largos años al máximo especulador conocido en Barcelona, el muy deshonorable señor Núñez y Navarro.

Cansanpere con 9000 metros cuadrados de actividades diversas de creación de tejido social e imaginario colectivo, de talleres, encuentros, conciertos, refuerzo escolar, danza africana, danza contemporánea, danza contact, bailes de salón, fútbol, grupo de rol, armario solidario, coral, rocódromo, gimnasio, cabaret y circo, sala de arte y exposiciones, grupo de terapeutas y acompañantes, skatepark, lugar de encuentro de colectivos feministas, lugar de asambleas, de radio y un sinfín de experiencias y matices que no pueden describirse.

Y ahí estábamos ahora, nosotras cansanpere, con la orden de ejecución del desalojo para el 13 de enero, revindicando un espacio público y una zona verde para un pueblo dormido. Con miedo de que entraran las máquinas y todo fuera derrumbado. Con miedo a que el alcalde y los grupos políticos nos engañaran en su beneficio y fama. Con miedo a que las abogadas no se implicaran lo suficiente y nos hicieran pagar demasiado. Con miedo a que nos cayesen multas desorbitadas. Con miedo a que nos pegaran los Mossos d’Esquadra porque sí. Con miedo a que nos representará algo que no éramos. Con miedo a que se construyesen pisos.  Con miedo a ser pocas y estar solas. Con miedo al desgaste. Con miedo a que no hubiera ninguna lucha social en el pueblo durante mucho tiempo y hubiera un largo y prolongado silencio. Con miedo a conocer cual era nuestra capacidad de lucha. Con miedo a la victoria. Con miedo, incluso pánico, a no poder despertar nunca de este aletargamiento social en el que vivíamos condenadas.

Algunas de nosotras habían empezado a construir la idea en su cabeza de perderlo, a asumir que al pasar por delante todo estuviera edificado. Algunas nos habíamos contagiado de la negatividad de aquellas que no querían moverse. Algunas nos conformábamos con lo que habíamos hecho en estos tres años. Excusas. Para tener miedo, excusas para no salir a ganar. Excusas para no enfrentar los miedos.

Y sin embargo, ahí estábamos aún, sin poder movernos, cada una de nosotras desnudas, con las complicaciones propias de cada vida, ahí estábamos unas pocas y necesitábamos ser miles, miles de voces en el pueblo, miles de voces diversas, miles de voces conjuntas en la misma frecuencia, como el martillo de Thor, ejecutando la misma acción, la misma idea.

No estaba la temperatura en su mejor momento como para generar el caldo de cultivo necesario, no éramos una clase social en riesgo, que peleaba, sino una clase social adormecida, y a pesar de nuestros miedos se abrió una grieta polar para calentarnos.

La semilla había sido depositada anteriormente de forma germinal en cada una de nosotras, gradualmente a través de todas esas experiencias de talleres, encuentros y creación de comunidad y alguna cosa dentro de cada una de nosotras reclamaba espacio para crecer y manifestarse, era una voz, era una percusión,  que en nuestros plexos solares se dibujaba hacia al cielo.

No sabemos cual fue la receta exacta, para desencadenar unos hechos que acabarían cambiando el curso de nuestra historia, que reescribirían el silencio prolongado y que despertaban el cuerpo colectivo entumelcido. Ninguna de nosotras pensaba ciertamente que estábamos en nuestro mejor momento, ni que éramos las mejores luchando, ninguna de nosotras ponía la mano en el fuego 100% sobre nuestra victoria, pero sin saber ni como, sin pensarlo demasiado nos precipitamos colectivamente hacia ella, y fuimos creciendo en voces, en miles de voces, sucedió la sorpresa, se encendió la mecha y así nace nuestra historia.

CanSanPere, Premia de Mar, un levantamiento popular.

Noviembre 2016