El poder genera también vulnerabilidad y por eso los altos cargos romanos, miraban el oráculo antes de emprender una batalla. Solo un necio piensa que no hay realidades absolutas mayores que él. Auspiciar, es entrar en un lugar y observar todo lo que hay, ver lo que sucede en él, y esto es signo de cordura, de quien no olvida la dependencia de sus semejantes.
Hacer las cosas religiosamente, es no comportarse a la ligera, es hacer sin negligencia, sin descuido, sin desatender, sin abandonarse.
La primera forma de negligencia, es la confianza en la suficiencia del propio poder, y es por esto, que pensar que el desarrollo de nuestro poder tecnológico sobre la naturaleza nos pondrá a salvo, es un acto negligente como también lo es no desarrollar todo nuestro poder para prevenir males y procurar bienes.
La hospitalidad existe en aquel que controla su casa y sus cosas sin ejercer un dominio absoluto. Los griegos primero bañaban al viajero, le daban comida, y después de acogerlo, lo personificaban, preguntando su nombre, linaje y procedencia.
El huésped, según Innerarity, es aquel que está en dos esferas distintas. Un extranjero es alguien que viene de fuera, sin saber de qué clase de fuera. Aristóteles afirma que quienes no tienen tribu, hogar ni ley, o no son hombres, o son más que hombres. Es necesario saber si el extranjero lleva en su corazón su patria, su familia y el sentimiento de justicia, para saber si es un Dios o una alimaña con forma de hombre. Lo extraño nos empuja, por un lado, a la hostilidad y, por el otro, a la compasión de ser hospitalarios. Por ello, los dioses se hacían presentes en los viajeros (theoxenía), para probar el corazón de los hombres, aquellos que no olvidan la propia condición de ser necesitado.
Cuidar de los necesitados es rendir culto a los dioses.
El hombre emprende su viaje al vivir, se pregunta a dónde va y de dónde viene constantemente, sus fracasos son pérdidas y sus errores, extravíos. Nuestra identidad se expresa en nuestras cicatrices, en el lugar que hemos habitado.
Odiseo en su camino a Itaca es un descubridor, pero más que descubrir una cartografía, descubre los modos de ser de los distintos lugares. La vida humana es exposición, salir, pero también es volver y tener a dónde hacerlo y donde ser reconocidos. La hospitalidad tiene una doble dimensión, la del huésped y la del anfitrión, lo que unos dan a otros y reciben de aquellos.
Para ser humano, hay que ser mudo, ser como la pantera Rosa, pintar la pared detrás de rosa, para devenir mundo.
El cuidado está entre la debilidad y el poder de lo humano, cuidar o curar a alguien es interceder en su favor y respecto de su propio fin, reponer el poder que le falta y mediar con nuestras fuerzas. El otro es nuestro espejo, y saber esto, teje la extensa y compleja red de solidaridades que es la sociedad humana; en ella se garantiza un cierto régimen de reciprocidades en las asistencias, pero el cuidado debe darse incondicionalmente, sin la expectativa de reciprocidad.
En las sociedades modernas no faltan los viajeros porque, todos lo somos, curiosamente, lo que faltan son habitantes, seres capaces de hacer del lugar un espacio hospitalario, desde la intimidad, procurando fines y bienes ajenos.
Europa tiene en la hospitalidad, uno de sus hábitos fundacionales. La dimensión más elemental del cuidado, es la hospitalidad, acoger al extraño, y por eso los hospitales no se diferencian de los lugares de hospedaje. Dar hospedaje, es dar casa; el viajero es el hombre expuesto y al que deben reconocer los extraños. Por lo tanto, los hospitales, la medicina, y la enfermería, no surgieron de los valores de la técnica, sino de los valores intrínsecos de la moral, del cuidado. Europa sabe de humanidades, pero no incluye estas materias en las enseñanzas elementales ni en los itinerarios curriculares de las profesiones asistenciales. La tecnología puede ser una de las formas más poderosas del cuidado, a condición de que asuma la superioridad de una autonomía que no se suplanta, incluso cuando dicha autonomía se invente. La profesionalización e institucionalización de la hospitalidad vuelve inhóspitos los hospitales y descuidados a los profesionales del cuidado, a la vez que descarga la responsabilidad de asistir mutuamente a los ciudadanos, a quienes transitan lo público.
Donde la práctica asistencial se ha profesionalizado, la sociedad se ha fragmentado en grietas que rompen las relaciones donde el cuidado se ejercía desde la familiaridad, el soporte mutuo y la solidaridad.
El cuidado es un guerrero vencido.
El cuidado sólo puede ser un hábito del corazón, porque es una forma de la intimidad convertida y expresada en costumbre, tiene el color y la belleza de las cosas que amamos, pues en todo lo que hacemos ponemos el pensamiento de todo lo que amamos. Quien no tiene recuerdos no tiene nada que llevar al corazón.
Cuidar de otro, cuando se hace con cuidado, es tener la misericordia como hábito del corazón. En el ser humano, uno es muchos, el eco de ‘muchos’ tiene que resonar en nuestros hechos y en nuestros dichos, reconocer los hechos (praxis) y dichos (lexis) de los héroes para tomar la medida del común de los hombres. Todo hombre es alguien a quien poner a salvo de sí mismo, cada uno es para sí mismo su peor riesgo y amenaza, de la que nadie se salva, si no es por la ayuda de otros.
- Alvira, R., Filosofía de la vida cotidiana, Rialp, Madrid, 1999, pp. 15-22.
- Delgado, M., El animal público, Anagrama, Barcelona, 1999, p. 29.
- Hesíodo, Los trabajos y los días, 410-413.
- Homero, Odisea, I, 118-124.
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- Homero, Odisea, XIX, 391-393, 467 ss.
- Innerarity, D., Ética de la hospitalidad, Península, Barcelona, 2001, p. 129.
- MacIntyre, A., Animales racionales y dependientes, Paidós, Barcelona, 2001, pp. 12-13.
- Marco Pérez, A., La hospitalidad en la poesía griega arcaica, Diego Marín Ed., Murcia, 2003, p. 5.
- Marco Pérez, A., La hospitalidad en la poesía griega arcaica, Diego Marín Ed., Murcia, 2003, pp. 33-36.
- Ortega y Gasset, J., “Del Imperio Romano”, en Obras Completas, Alianza Ed., Madrid, 1989, vol. 6, p. 64.
Archivos adjuntos:
EL CUIDADO COMO PROFESIÓN 2.pdf (168,822 KB)